Fermín Valdés Domínguez.
Cursó la primera enseñanza y el bachillerato en La Habana. Fue condiscípulo de José Martí en el colegio San Anacleto y más tarde como alumno de Rafael María de Mendive. En 1869 fundó el periódico El Diablo Cojuelo. Ingresó en la Universidad de la Habana como estudiante de medicina.
En 1870 fue procesado por infidencia, junto con José Martí, y condenado a seis meses de arresto. En 1871, detenido con otros estudiantes de medicina, ocho de los cuales sufrieron la pena de muerte, fue condenado a seis años de prisión.
En 1874 visitó Francia. Se trasladó a España, donde continuó sus estudios universitarios. Una vez concluida su carrera, regresó a Cuba. Aquí dirigió El Cubano y colaboró en El Triunfo, El País y otras publicaciones.
Fermín Valdés Domínguez (izquierda), junto a Panchito Gómez Toro (centro) y José Martí (derecha).
En su casa organizó tertulias a las que asistía Martí. Trasladado a Oriente, se dedicó al estudio de la fiebre amarilla y de la flora y la fauna de la región de Baracoa.
En 1892 va a Venezuela como representante del Partido Revolucionario Cubano y más tarde a Nueva York para establecer contacto con Martí, quien lo envía a La Florida para desarrollar una campaña en favor de la revolución.
Colaboró en Patria. Trabajó como médico en Cayo Hueso hasta el estallido de la guerra en 1895. Ese año llega a Cuba en la expedición de Carlos Roloff. En Las Villas organizó el cuerpo de sanidad militar. Asistió a la Asamblea de Jimaguayú como representante por Camagüey.
Fue subsecretario de relaciones exteriores en el ejecutivo de la República en Armas y ocupó la jefatura de despacho del general Máximo Gómez. Alcanzó el grado de Coronel del ejército libertador. Colaboró en Patria y Libertad, La Reforma y El Fígaro. Es autor de un discurso sobre Enfermedades de origen bacteriano.
Fue partidario de las ideas socialistas. Integró la Junta Patriótica de La Habana, fundada el 10 de octubre de 1907 para oponerse a la corriente anexionista que durante la segunda intervención militar norteamericana pretendió convertir a Cuba en un protectorado de Estados Unidos. Durante la República no ocupó cargos públicos.
1902: Nace el poeta nacional cubano Nicolás Guillén Batista.
1958: Son asesinados los jóvenes revolucionarios cubanos José (Tato) Rodríguez y Pedro Martínez Brito.
Hoy 6 de Julio pero de 1871 Máximo Gómez vence al Batallón de San Quintín en La Galleta.
Gómez fue un militar dominicano de la Guerra de los Diez Años y el general en jefe de las tropas revolucionarias cubanas en la Guerra de Independencia cubana.
Al producirse la intervención norteamericana en la guerra, Gómez se hallaba hacia el centro del país, en su tarea de diezmar las decadentes tropas españolas y a punto de avanzar por segunda vez a La Habana para invadirla definitivamente.
Otras de sus imnumerables acciones fue el Manifiesto de Montecristi es un documento oficial del Partido Revolucionario Cubano en el que se exponen las ideas en las que se basó José Martí para organizar la guerra de independencia cubana de 1895. Fue firmado por José Martí y Máximo Gómez el 25 de marzo de 1895 en la localidad de Monte Cristi (República Dominicana).
En este documento quedan expuestas de manera clara, las causas por las que el pueblo de Cuba se lanzaba a la lucha. Aclara también que la guerra de liberación no era contra el pueblo español, sino contra el régimen colonial existente en la isla durante más de tres siglos.
Iniciadas ya las hostilidades contra el poder colonial español el 24 de febrero de 1895 (mediante el Grito de Baire, origen de la fase definitiva de las guerras de Cuba por su independencia), en aquel manifiesto se hacía un llamamiento al levantamiento en armas de la población cubana contra el gobierno español y, asimismo, se detallaba el programa del movimiento revolucionario cubano.
En él se plasmaban las ideas esenciales del nacionalismo defendido por Martí: la denuncia del mantenimiento del orden colonial, el sentimiento antiimperialista, la reivindicación de la sangre derramada en la guerra de los Diez Años (1868-1878), la apelación a la voluntad nacional y la mentalidad abierta hacia los componentes étnicos y culturales en favor del mestizaje. En este sentido, el manifiesto tendía la mano a los españoles de la isla, dirigiéndose a ellos en los siguientes términos: “Los cubanos empezamos la guerra, y los cubanos y los españoles la terminaremos. No nos maltraten, y no se les maltratará. Respeten, y se les respetará. Al acero responda el acero, y la amistad a la amistad”. Ambos líderes, una vez en Cuba, se convirtieron desde el 6 de mayo en las más altas autoridades de la revolución: José Julián Martí
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